domingo, 21 de noviembre de 2021

Cuento con base en pesadilla

 

Pesadilla:

Iba de visita a donde mi abuela, usualmente pasaba 1 mes de mis vacaciones allá. Pero cuando entro, la casa está llena de vegetación y hay arañas por todos lados. Le tengo terror a las arañas. Empiezo a llamar a mi abuela o a alguien, pero no encuentro a nadie. Entro a la sala, la cocina y hay arañas por todos lados, y ahora no consigo la salida, todo se vuelve como una selva y tengo mucho miedo.

Cuento en base a esta:

Hace 3 días que mi avión se accidentó, nos encontramos en medio de lo que parece una especie de selva. Esto es algo para lo que no estaba preparada, me dirigía a Buenos Aires para la firma de un nuevo contrato discográfico y ahora ni siquiera sé dónde estoy, asumo que en el Amazonas porque es lo único que puedo pensar similar en el área. Parte de mis compañeros de viaje murieron y la otra parte decidió quedarse junto al avión, yo decidí caminar, no pienso morir esperando cuando podría encontrar una civilización que me ayude a llegar a mi destino.

Más, debo decir, que si ha sido una penuria. He tenido mis dudas, tal vez debí haberme quedado o insistir para que me acompañaran; pero no podría aguantar más tiempo sabiendo que no hice nada para poder salvarnos, de cualquier manera, pude haber muerto allá como puedo morir por acá. Aunque, ahora, no se si puedo volver, todo parece lo mismo y no sé si recordaré el camino que tomé.

El camino ha estado lleno de vegetación, gracias a lo mismo que me dejó viva en mi desgracia, no he encontrado ningún animal extraño, tal vez entonces literalmente moriría del miedo. Especialmente si es alguna clase insecto, me aterran esos animales, preferiría conseguirme con un jaguar en vez de con una araña o un bicho extraño.

Tenía, tal vez, horas caminando, cuando vi lo que parecía una casa, algo que, honestamente, me extrañó. Una casa en el medio de ¿la nada? Era raro; de cualquier manera, decidí entrar, no iba a perder lo que parecía mi única oportunidad para poder volver a la civilización y por fin cumplir mi sueño. Era una casa extraña, no parecía haber ningún tipo de iluminación más allá del sol que ahora le daba un poco de claridad; parecía abandonada hace décadas. Seguí entrando y la casa parecía tornarse más oscura, decidí abrir la puerta para que el sol entrase, pero, no supe en qué momento la cerré y ahora parecía imposible abrirla, así que decidí seguir explorando, prácticamente no tenía opción pues debía buscar una salida.

Explorando descubrí que la casa era enorme, creo que en algún punto me perdí. La vegetación formaba también parte de la casa y el nudo en la boca de mi estomago se hacia cada vez más tenso. Decidí entrar a un cuarto que daba paso a lo que parecía un patio y entonces un animal de ocho patas caminó rápidamente junto a mí. El grito que salió de mi garganta sería digno de una película de terror, corrí de vuelta por donde venía, pero no miento cuando digo que esa casa era un laberinto y ahora me encontraba en otra habitación. Empecé a caminar a través de ella y me encontré otra araña. Parecía que habían decidido todas salir a saludarme, sin saber el temor que causaban en mí. Seguí dando vueltas por la casa y en cada habitación encontraba al menos un animal de esos.

De tantas vueltas conseguí una habitación distinta, tenía iluminación y parecía llamarme. Entré en una especie de trance hipnótico cuando empecé a dirigirme a ella, no hubo duda en mí y el temor pareció, por un momento, haberme dejado. Mis pasos eran lentos, una parte de mí sentía que debía reaccionar y buscar una salida, la otra llevaba mis pies a rastras sin saber que me esperaba. Entré y por un momento esa luz amarilla me cegó, cuando pude ver normalmente, encontré una nueva puerta, y, de una vez, me dirigí a ella. Mi mano tocó el frio picaporte y lo gire.

Mis ojos no daban crédito a lo que estaban viendo, era como que todas las arañas que me habían espantado lo hicieron con la intención de dirigirme hacia su reina, porque frente a mí se encontraba una especie de tarántula gigante; fácilmente, podía ser de mi tamaño. Me quedé congelada, sentía que, de moverme, me atacaría. Empezó a caminar hacia mí y yo daba pequeños pasos hacia atrás para huir de ella, aunque esto no servía. Lo último que supe fue que, de un momento a otro, la araña levantó sus patas, emulando a un caballo.

Consigna basada en los cuentos de Billardi: La Noche (cuento)

 Siempre me ha gustado la noche, la luna alumbrando a las ciudades como el foco alumbra la habitación cuando lees esa historia que ha logrado atraparte hasta que la terminas; aunque la noche es un poco es más especial, a su vez tiene a las estrellas y a algunos planetas que se camuflan como ellas y que podrían asemejarse a luciérnagas en una noche en el bosque.

También fue una noche cuando te conocí ¿Lo recuerdas? Una cena especial, aunque cuya razón no recuerdo; para mí era especial porque te vi, te conocí. No puedo decir que esa noche la luna se encargó de iluminarte como ilumina un paseo por la playa a altas horas, pero puedo decir que la oscuridad del cielo era un fondo perfecto, que permitía a tu collar de perlas, ese que suavemente adornaba tu cuello, resaltar. Tu pelo se encontraba por encima de tus hombros, acaso, ¿era una cena con temática de los 50?, porque fácilmente podrías retratar a la mujer perfecta en una revista de esa década. Las mangas de tu vestido cobrizo se fijaban en tus brazos, pero definitivamente tu mejor accesorio era la sonrisa en tu rostro. Tal vez fue tu sonrisa lo que me cautivó y después de esa noche decidí que iba a conquistarte, como tu me habías conquistado esa noche. Aunque ahora, en retrospectiva, quiero creer que no se me hizo tan difícil lograrlo.

Mi afición con las noches continuó, así como mi obsesión contigo; ahora tenía la oportunidad de mezclar ambas pasiones. Nuestras citas fueron de noche, como cuando salíamos al cine o decidíamos encontrarnos en algún fino restaurante para cenar; aunque, en ocasiones, podríamos ser testigos de algún atardecer. Para mí era igual, a fin de cuentas, luego de que el sol se escondiera podríamos ser testigos nuevamente de la oscuridad que se veía amenazada por la luna y sus estrellas.

A este punto debo decir, o tal vez agradecer, que nunca te quejaras de que mi amor por la noche hiciera competencia a lo que sentía por ti, quizás era porque te sentías igual a mi con respecto a las horas que seguían después de que sol se ocultara; no recuerdo que lo hayamos hablado alguna vez.

Tal vez nunca imaginé que la noche sería testigo de nuestra historia de amor, que nos haría compañía como una tercera parte de esta relación, aunque, quisiera pensar que si no me hubiese enamorado de ti, la noche sería mi fiel compañera hasta que te hubiese encontrado.

A fin de cuentas, todo lo que he escrito hasta acá es irónico, porque fue durante la noche que te arrebataron de mí, fue durante la noche que alguien decidió que tu tiempo en esta vida terrenal se había acabado. Y ahora, la luna y las estrellas son las que me hacen compañía mientras pienso en las noches que te tuve y en la que te perdí.

Consigna basada en los cuentos de Ballardi (Basada en una experiencia personal)

 De pequeña hubiera pensado que no estábamos destinados a tener una buena relación. Bueno, eso sería mentira porque no creo que una niña entienda lo complejo de las relaciones interpersonales y logre pensar que nunca será mejor, especialmente porque los niños tienen el don de siempre ver un futuro más brillante. De cualquier manera, tenemos que admitir que nuestra relación no ha sido fácil, siempre se ha visto marcada por ciertas situaciones que escapaban de mis manos; sin embargo, hoy te veo y de mis poros brota alegría y amor. Gracias por ser quien me hace sonreír y el que acompaña cuando el sentimiento de soledad me comienza a invadir.

Muchas veces está la creencia de que la distancia arruina las relaciones o las hace más complicadas, aún así, jamás te sentí tan cerca como cuando te tenía a Miles de kilómetros, a muchas horas de viaje y a la incertidumbre de cuando nos volveríamos a abrazar. Otra vez pienso en las cosas que escapan de mis manos, quien diría que una situación política, en la que, definitivamente, no tenemos poder alguno podría influir tanto en la relación de dos personas.

Realmente, no importa, especialmente porque si te extraño puedo tomar mi teléfono, llamar y ver tu cara siempre recibiéndome con una sonrisa, espero que la próxima vez sea con un abrazo, de esos que dabas con la intención de, literalmente, quitar el aliento. Gracias a Dios esa próxima vez se ve cercana, y estoy a meses de poder sentir tu aroma otra vez y de que vuelvas a ser un ser tangible.

O eso creíamos, porque de repente ya no estás y tengo que aprender a vivir sin las charlas diarias y si antes me mantenía la esperanza de un abrazo, ahora tengo que entender que no te puedo volver a ver, ni oír, ni oler, ni estar cerca de ti otra vez. Irónico que la situación política se tornó en algo sin retorno. Aún así, estaré acá, esperando volver a verte, volver a oír tu risa, volver a nuestras conversaciones profundas y volver a sentir tus brazos rodeándome. Prometo esperarte en el porche de la casa y recibirte con todo lo que te gusta y así, tal vez, ya no puedas volverte a ir.  

Reseña: Inés Garland

 


Inés Garland, es una escritora nacida en Buenos Aires, Argentina en 1960. Entre su repertorio podemos encontrar novelas y cuentos. Su novela “Piedra, Papel o Tijera” le permitió convertirse en la primera latinoamericana en ser reconocida con el Premio Deutscher Jugendliteraturpreis en 2014. Entre sus cuentos encontramos “Azul Turquesa”, “El remolino”, “La penitencia” estos forman parte de Una Reina Perfecta, además también tenemos “Lo que me hiciste” y “Oscar” que podemos encontrar en La Arquitectura del Océano. Son estos los que tuve la oportunidad de leer y de los que comentaré hoy.

La autora, en estos cuentos al menos, muestra una narrativa muy personal que te envuelve y te lleva al momento en el que se escribe. Peculiarmente, en estos cuentos (excepto en “Oscar”) vemos un narrador en primera persona, y que, por lo menos a mí, me hizo sentir como si estuviera conversando con una amiga acerca de anécdotas vividas. Si bien en “Oscar” el narrador es un testigo, siento que igualmente te vuelve esta magia de la narrativa que permite creer que estás observando la historia o que alguien cercano te está contando.

Encontré curiosa una frase de nuestra narradora en “El remolino” que vi relacionada con Garland. “Me gusta estar atenta a cada detalle”; a fin de cuentas, se dice que en cada personaje se encuentra un pedazo (alguna característica) de quien lo escribe. Y es que, como mencionaba unas líneas atrás, me pareció curioso la relación o similitud que existe entre “La penitencia” y “Lo que me hiciste”, y, si lo lees como hice yo, podría parecer una historia presentada en su primera y segunda parte, incluso aunque estas se presentaron al mundo en distintas ocasiones, siendo el primero presentado en 2008 y el segundo en 2014. Es aquí donde vuelvo a resaltar el sentir que alguien cercano te esta contando una historia, o incluso, te permite ubicarte como la persona que narra y la que vivió lo que lees.

Si me preguntan a mí cual de estos cuentos fue mi favorito, diría que “Azul Turquesa”, si bien, como he dicho hasta acá, Garland tiene un estilo que te envuelve, para mí fue este cuento el que más me involucró y con el que tuve mayor conexión. Siento que, al menos yo, pude sentir cada sensación que la narradora presenta: la tristeza por lo que parece la separación con su esposo, la angustia de la relación con su hija, la desesperación cuando cree que la perdió o cuando piensa que no logrará volver a la orilla de la playa, el deseo que desarrolla hacia el “chilenito”. A mi parecer, todo lo que he destacado de la escritura de la autora, es observable e incluso diría potenciado en este cuento.

Definitivamente, Garland permite que lo que bien son cuentos “cortos”, no se sienten pesados o que contengan mucha información en las tres o cuatro páginas que presenta; incluso, muchas veces, podrías (como me pasó a mí) quedar con la sensación de querer o necesitar que la historia se alargue o continúe. 


Pensar es un hecho revolucionario

 


Lo primero que te enseñan en sociología, o al menos a mí, es que tienes “despegarte” de tu realidad, dejar de ver a través de los ojos del sentido común para empezar a ver las cosas como realmente son y no como lo tenemos normalizado. Esto es algo que ya había experimentado anteriormente, cuando dejé mi país.

Al ver este monumento “Pensar es un hecho revolucionario”, mi cabeza comenzó a reflexionarlo. Crecer en una dictadura, para mí, no fue notarlo hasta que el mundo comenzó a saberlo. Siempre me pregunté ¿Cómo será vivir en una dictadura? Sin saber que yo había vivido toda mi vida en una. En mi mente, en una dictadura todo estaba militarizado y regularizado, no podrías decir e incluso pensar de manera diferente. Pero hoy en día, viéndolo en retrospectiva no vivíamos bajo la vigilancia de algún cuerpo militar pero tampoco podíamos diferir de lo que Chavéz pensaba. Ejemplo de esto es el cierre, en 2007 del canal de televisión abierta RCTV, en ese momento Chavéz dijo que no sería renovada la concesión para su señal, aunque esta vencía en 2021; la verdadera razón fue por la visión que tomó el canal durante los eventos del intento de golpe de Estado, siendo este opositor al gobierno chavista.

Cuando reflexiono acerca de “pensar es un hecho revolucionario”, no es solo pensar en contra del opresor, es buscar sus debilidades y sus defectos, es pensar en como poder quitarle su poder, y el mayor acto de revolución será pensar críticamente, así como también la educación. Si algo noté al salir de Venezuela, es que este es el mayor acto revolucionario. Educación es sinónimo de pensamiento propio y crítico, todo lo que el opresor busca aniquilar, porque siempre le serás útil si tu pensamiento es el equivalente al que ellos te inculcaron, así no puedes quitarle el poder o iniciar un levantamiento. Si no sabes que lo que ellos comenten es incorrecto y que puedes luchar contra eso, no les afecta.

Así que, esta escultura para mí fue una gran verdad en un lugar tan importante como es el Parque de la Memoria, que busca recordar al pueblo argentino las atrocidades que una dictadura puede cometer y hacerles saber que Nunca Más. Pensar siempre será un acto revolucionario contra el opresor, sin importar la ideología detrás de él. 


jueves, 18 de noviembre de 2021

Escena de Lectura: Un Millón Como Tú.

 El 1 de febrero de 2019, encontré una canción que, no sé si diría cambió mi vida o la forma en que la veo, pero si logró tener un efecto en mi diferente al resto de las canciones, es por esto que la recuerdo.

A las 00:00 horas de esa fecha se estrenaba “Un Millón Como Tú” de Lasso ft Cami; Lasso es un artista venezolano que reconozco desde el inicio de su carrera; por su parte, era la primera vez que escuchaba de esta artista chilena Cami. Me encontraba a la expectativa de esta canción debido a la historia detrás de ella, y es que unos meses antes de que Lasso anunciara esta canción, había terminado su relación de 7 años con la actriz venezolana Sheryl Rubio; fue una ruptura muy mediática, aunque el cantante había decidido no emitir comentario hasta ese momento. En resumen, podríamos decir que la polémica era lo que me tenía emocionada por esta canción y no pensé que cuando la escuchara, me olvidaría de eso para perderme en la melodía que emitía.

La canción comienza con unos acordes graves que se mezcla con un “Tu” y le dan un tono, se podría decir, lúgubre (a mi parecer, algo muy diferente a lo que el cantante había hecho anteriormente). No sé si decir que en las palabras podía escuchar el dolor de Andrés (el verdadero nombre del artista), pero sabía que me llegaban profundamente.

Nunca he tenido una ruptura amorosa, así que no podría decir que la razón por la que sentí cada palabra fue el recuerdo de algo que alguna vez viví; alguna vez me han roto el corazón, claro que sí, pero no sé si esta canción se dirige a un público cuyo corazón roto no fue por una ruptura amorosa. Aun así, alguna parte de mi se sintió identificada con la canción y empecé a imaginarme la situación que la letra describía.

Cuento hasta diez para entender

Que tú no vas a volver

¿Cómo hago yo pa’ respirar

Si no dejo de llorar?”

Tal vez hasta acá podría decirse que es un sentimiento o una situación por la que todos hemos atravesado, pero mientras más avanzaba la letra, más específica se ponía y a la vez, más dolorosa. Junto a la canción que escuchaba por primera vez había un videoclip, que definitivamente si transmitía ese dolor que Lasso sentía al estar cantando esa melodía.

Tal vez la razón por la que me dolía era porque yo había seguido su relación durante todos esos años. Para contexto, Sheryl era la protagonista de la novela juvenil más importante que Venezuela había tenido, al menos en el tiempo en el que yo he existido, y de la cual yo fui fan. Por otro lado, Lasso había tenido distintos temas que me sabía de memoria (“No Pares de Bailar”, “Te veo”, etc.). Para 2012, ambos colaboraron y sacaron el tema “Solo Quiero Que Vuelvas”, el cual también me encantaba, y más adelante iniciaron su relación. Una relación que era bastante pública, al punto de tener un canal de Youtube para subir videos de ambos. Hasta que, en 2018, Sheryl anunció en un vídeo en su canal personal que habían terminado.

“Mis amigos me dicen

¡qué buena noticia que ya tú no estás!

Dicen que ya no te llame

Que una botella me hará olvidar

Y repiten, repiten

Que tú al final no eres tan especial”

“…sólo hay que buscar

Hay un millón como tu al final

Solo hay que buscar”

No recuerdo el instante en que las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, pero recuerdo que toda la canción había sacado sentimientos que terminaron saliendo con esas lágrimas, la letra me dolía como si fuera yo quien acababa de romper una relación.

1:38, eso era la cantidad de tiempo que tenía escuchando la canción, la diferencia era que ahora escuchaba por primera vez la voz de una artista chilena cuya existencia desconocía hasta ese momento. Una voz que cargaba fuerza con ella, algo que probablemente no había transmitido hasta entonces su presencia en el videoclip.

En el minuto 2:43 fue cuando su voz me dejó eclipsada, una vez más ella repetiría el título de la canción “Hay un millón como tú”, pero la fuerza que anteriormente cargaba la voz acababa de explotar y transmitir esos sentimientos que parecían haberse escondido hasta entonces. Si antes no recordaba en qué momento había comenzado a llorar, puedo decir que estoy segura de que para este instante ya me encontraba llorando.

Y entonces, ambos artistas comenzaron a cantar a coro

Si hay un millón como tú (hay un millón)

¿por qué no puedo dormir? (¿por qué no puedo?)

¿por qué deje de comer? (¿por qué?)

No sé si es de noche o de día

Si hay un millón como tu

¿Por qué no puedo dejar de pensar en si vas a llamar?”

Y entonces Camí volvió a apoderarse de la canción por un momento, y con el sentimiento explotando en su voz cantó:

Ojalá quede en ti algún rastro de mí”

Y en una especie de vaivén Lasso le contestó.

tu al final si eras muy especial”

Un vaivén que continúo hasta el final de la canción.

Ya no quiero escuchar, que se callen los demás

No hay nadie más, nadie es como tú

Tu al final, eras el más especial

No me voy a perdonar el dejarte escapar”

Y ambas voces se unieron para acabar la obra de arte que hasta ese momento mis oídos estaban oyendo

Porque no hay nadie más, nadie es como tú”

No sé si diría que está es una pieza musical que cambió mi vida, pero definitivamente logró hacerme sentir todo lo que su letra transmitía y volverse una canción especial para mí. Es una de mis canciones favoritas, y después de ella, me volví muy fan de la música de esa artista chilena cuya existencia desconocía.

Un año después, como si esta canción estuviera conectada a mi destino, gané en un concurso una entrada para un concierto de Lasso en Santiago de Chile; esa fue su segunda función en el “Souvenir Tour 2020” y en esa función, Cami fue una invitada sorpresa. Tuve la oportunidad de oír entonces “Un Millón Como Tú” en vivo, y, además, la otra canción que habían lanzado para entonces “Odio Que No Te Odio”, que presentaron por primera vez en vivo en ese escenario.




https://www.youtube.com/watch?v=LB8-bIhl_d8

https://www.youtube.com/watch?v=iRweTPZH3U8

https://www.youtube.com/watch?v=f88FI3X6cSk

martes, 28 de septiembre de 2021

Misión: Asesinar a Freddie Mercury

            Las luces lo alumbraban intermitentemente mientras Dancing Queen de ABBA sonaba en la disco. Una boa de plumas cubría su cuello, y él jugaba con ellas mientras cantaba la canción que podría ser fácilmente parte de su repertorio de vida. Mi felicidad nacía de verlo disfrutando nuestra escapada. Ojalá pudiéramos estar así por siempre.

De repente, un ruido ensordecedor llegó a mis oídos y necesité un momento para recobrar la compostura, me levanté asustado sin poder ver a mi acompañante, y lo empecé a buscar desesperadamente. Caminé entre la poca iluminación y era como si solo hubiera estado yo todo este tiempo en esa disco; sentí algo chocar con mis pies, mire al suelo en busca del objeto y cuando lo vi, era su cuerpo inerte; su cabeza yacía inclinada a un lado y un charco de sangre se encontraba debajo de ella.

Desperté abruptamente, no me encontraba en un club, sino en la soledad de mi cama, mojado de sudor por el drama que acababa de ocurrir en mi sueño. Últimamente las pesadillas invadían mis noches.

Me levanté, miré la hora, 3:45, no creía que podría recuperar las horas de sueño que me quedaban por delante. Decidí ir a la cocina por un vaso de agua, tratando de sacar de mi mente la idea que había perturbado mi sueño. Caminé hacia el gran ventanal que se encontraba en mi sala, y observé la soledad de la noche. Pocos autos se veían pasar y personas muchas menos, por no decir ninguna. Me senté en el sofá que se encontraba a mis espaldas mientras pensaba en la ciudad que daba la impresión de estar a mis pies. Quien tuviera la vista que se encontraba frente a mí, no podría pensar en la desgracia que podría ser vivir en ese lugar.

Me levanté, y volví a mi cama. Mire el techo por un rato largo, pero Morfeo volvió a cargarme en sus brazos por un rato, está vez sin ninguna pesadilla. Desperté por el sonido de la alarma a las 6:00 ¿Quién se podría levantar a esa hora un domingo? Hay gente que se pregunta; mi respuesta es tan estirada como lo soy yo, supongo. A las 8:30 había desayuno familiar de domingo, una desgracia si me preguntan, pero de no ir, mi madre podría infartarse tal vez.

“Desayuno familiar de los domingos” es una especie de sobrenombre para lo que realmente es, charla de negocios familiares y tal vez, arreglar la agenda de la empresa, alguna actividad de vez en cuando o chequear la rutina diaria.

Mi padre había muerto hace 2 años, y a mis 25 años tuve que empezar a encargarme del negocio familiar, una empresa multinacional de seguro de autos, bastante exitosa para ser honestos. Yo había tenido que “continuar con el legado familiar”, aunque honestamente, me habían preparado para eso toda mi vida. Mi educación se basó en ser el futuro dueño de la compañía “Monarca”, y, como hijo único, no es como que hubiera tenido otra opción.

A las 8 me encontraba llegando a la mansión familiar, prefería tomar 30min antes del desayuno para que mi madre hiciera sus preguntas acerca de “mi vida personal” y así en la mesa solo hablar del tema empresarial para poder irme de ahí en cuanto antes. Desgraciadamente, la vida tenía otros planes para mí, y es que, en cuanto llegue, mi madre hizo algunas preguntas rutinarias para luego decirme:

-       He de necesitar que te quedes para el almuerzo también – mi entonces inexpresivo rostro debió haber demostrado terror o algo por el estilo – es por razones de la empresa – continúo ella.

-       ¿Tenemos alguna reunión con algún posible nuevo socio que yo desconozca? – pregunté.

-       Si, algo así – dijo ella dándome la espalda e indicándole algo al personal de limpieza. Mire mi reloj, 8:15, entonces asumí que no se tocaría más el tema de los inversores hasta que la hora del almuerzo llegara. Nos sentamos en la mesa para empezar nuestro desayuno, pero no pude evitar preguntar.

-       ¿A qué hora será esta reunión que pautaste?

-       13:00 – respondió ella y empezó a hablar de asuntos de la empresa. Debí imaginarme el horario. Mi madre era una persona muy ¿exacta?, Todo debía hacerse de la forma y manera que ella pautase, entro eso, los horarios de comer. No creo que haya o haya habido un día en que sus horarios de comida pudieran cambiar, y estoy hablando de al menos 27 años de conocerla.

Quisiera decir que las horas entre el desayuno y el almuerzo transcurrieron rápidamente, pero no. Luego de terminar la comida, y pasados unos minutos (tal vez horas) de la agenda semanal de la empresa, pensé que podría perderme en alguna de las habitaciones de la gran mansión en la que me encontraba, pero mi madre se encontraba un poco inquieta, tal vez me atrevería a decir ¿nerviosa? Si no conociera a mi madre, tal vez no dudaría en lo de nerviosa.

-       Necesito que arregles un poco tu cabello, creo que luce, un poco… desordenado – me miré en el espejo, mi cabello se encontraba tal cual lo había peinado esta mañana. Y no me refiero un peinado despreocupado, digo realmente peinado, como te peinas para ir al “desayuno familiar” de los domingos.

-       Mamá, ¿te encuentras bien? Te ves, un poco… alterada. – rápidamente quitó las manos que tenía sobre mí y me dio la espalda.

-       Sí, sí, sí. Todo bien, solo que, tienes que estar presentable para nuestros socios de hoy – volteó para mirarme de nuevo – es un negocio muy importante el que se cerrará al almuerzo hijo. – todo esto era muy extraño. Yo, el dueño y jefe de la empresa, no tenía idea de qué clase de trato se estaba preparando con estos supuestos socios.

-       ¿Acerca de que es todo esto madre? No tengo idea sobre cuáles socios vamos a ver hoy, y mucho menos el trato que vamos a cerrar.

-       Oh – hizo un ademán con la mano restándole importancia. – no te preocupes por eso, es uno que yo he estado manejando y que le dará muchos beneficios al negocio familiar.

Mi madre siguió inquieta perfeccionando cada cosa a la que podía conseguirle un detalle, y yo traté de perderme en una alguna habitación donde ella no me pudiera encontrar, con esos ánimos, nadie quisiera estar cerca de ella.

Cuando faltaban 15 minutos para las 13hs decidí salir de mi escondite para encontrar a mi progenitora y recibir a nuestros invitados, que llegaron 5 minutos antes de lo acordado. Honestamente no me sorprendía, así son estás personas y si quieres impresionar a la Sra. Campbell, eso es todo lo que tendrás que hacer.

Era un señor, al que estaba seguro de conocer; probablemente algún amigo de mi padre al que tenía algún tiempo sin ver; llegó con quién yo presumía era su hija, una castaña cuyo cabello ondulado llegaba por su pecho, muy bien vestida: pantalones de vestir negro con una blusa rosa palo que combinaban perfecto con sus zapatos.

Claramente, no sabía lo que me esperaba al entrar a ese almuerzo, pero salir pudo ser una de las situaciones más complejas de mi vida. Si, tenía 27 años, pero consideraba que todavía tenía una vida de “joven” por delante, claro que, a mi mamá le costaba aceptar mis gustos en cuanto parejas se trataba, pero yo no consideraba que fuera necesario casarme ante de los 30, incluso 35 diría.

De cualquier forma, mi madre tenía unos planes completamente diferentes para mí. El almuerzo había sido para formar “una alianza” con este empresario amigo de la familia. Buscaban unir ambas empresas bajo el matrimonio que yo podría formar con su hija. Al oír la propuesta mis oídos no podían creer las palabras que acababan de entrar a través de ellos, tuve que levantar la copa de agua frente a mí y tomar un sorbo, aunque lo único que logré fue casi ahogarme con el líquido.

A mi parecer la castaña, cuyo nombre era Sara, ya sabía del plan. Parecía que al único a que todo esto le parecía una locura era a mí, tuve que pedir un momento para retirarme con alguna excusa, y unos minutos después mi mamá llegó a mi búsqueda.

Por una o por otras, tuve que aceptar el matrimonio y tendría que empezar una relación “pública” con Sara por unos meses hasta casarnos. No había tiempo para si quiera conocernos, pues la boda debía darse en menos de un año ¿Por qué tanto apuro? No lo sé, yo también me lo preguntaba.

Los meses habían pasado, nuestra “relación” había sido tan pública como podría serlo para mí, que nunca salía con nadie; para ella no tenía mucha idea de cómo había sido. Traté estos meses de, aunque sea entablar una amistad, aunque se tornó un poco complicado, tal vez a ella le disgustaba todo esto; pero honestamente, a mi más. Jamás pensé que a la persona que llevara al altar fuera a una chica que conocí justo antes de empezar a salir porque eso fue lo que nuestros padres decidieron “por el bien de las empresas”.

Para el momento en el que escribo esto, estoy a horas de ir al altar, pues la boda es mañana. Sara por su parte, había celebrado su despedida de soltera hace unos días con sus amigas; yo por la mía no tengo amigos, así que utilicé la excusa de la despedida de soltero para ir a un bar.

Así que, aquí me encuentro, sentado en un bar, tomando un trago con la pinta más miserable que he podido tener en mi vida. Detrás de mi hay un montón de personas disfrutando de su noche, especialmente hombres. En este tipo de bares es extraño ver mujeres, aunque a veces las ves disfrutando por ahí.

Uno de estos chicos me habla, y la verdad por el ruido de la música no alcanzo a oír lo que dice, así que solo procedí a asentir a lo que me dijo. Me entregó un cartoncito de unos cuantos cm, del que yo ya conocía. “¿Por qué no?” Pensé, a fin de cuentas, probablemente hoy sea la última noche de mi libertad. Puse el cartoncito en mi lengua y antes de sentir sus efectos, lo último que vi fue el vídeo de “I Want To Break Free” de Queen, con el que Freddie Mercury creó un escándalo junto a su banda por haberse vestido como el sexo opuesto.

Tal vez, la decisión que acababa de tomar no había sido la más inteligente. Ahora me encontraba con esta idea loca que me acababa de llegar: mi misión era matar a Freddie Mercury. Si, al cantante que acababa de ver en la televisión del bar. Había tenido la realización de que su presencia era mala para nuestro mundo, tal vez toda su misión había sido volver al mundo un lugar peor y ahora la mía sería mejorarlo, acabando con su vida.

Pensémoslo así, acababa de encontrar mi misión de vida y tal vez esa era la respuesta para acabar con esta miseria de vida que me había sido asignada. Matar a Freddie significaría convertirme en un héroe para el mundo, quien no se había atrevido a actuar ante el reino de terror que Mercury había implantado desde que saltó a la fama. Decidí que tenía que ponerme manos a la obra de una vez, así que pagué lo que había estado tomando y salí del bar.

Fui a la búsqueda del arma que mantenía escondida por si alguna vez llegase a necesitarla, y entonces decidí investigar en que parte podría encontrar al vocalista de Queen. Decidí googlear sitios donde quizás podría encontrarlo. Así que en la oscuridad de la noche tomé mi auto y empecé a dirigirme a ellos.

Fue complicado llegar a todos los lugares que el artículo decía donde quizás Freddie se podría encontrar. Mi despedida de soltero se convirtió en una larga noche de aventura, donde había descubierto mi misión y tenía que cumplirla. Pasé por Hyde Park, donde decía que Queen daría un concierto el 19 de Julio a las 6pm, aunque no encontré nada. Luego pasé por Wembley, recordado por el famoso concierto de Live Aid y donde al parecer frecuentaba con otros artistas como David Bowie o Elton John, pero tampoco encontré nada. Así que decidí dirigirme a Logan Place en Kensington, donde quedaba la vivienda del artista, probablemente ahí si lo encontrara.

Para este momento, ya había pasado horas tratando de encontrar a Freddie, tal vez iba a ser más complicado de lo que pensé, pero yo debía de cumplir mi misión de vida y mucho tiempo no tenía. Tenía que lograrlo antes de mi boda, que se daría mañana.

Para el momento en que por fin me encuentro llegando a Kensington, de algún lado empiezo a escuchar la melódica voz de Whitney Houston cantando “I Will Always Love You” y entro en una especie de trance, parando el auto en seco, empiezo a revivir una memoria que estaba escondida bajo alguna capa de mi cerebro.

-       “Era lunes 1 de febrero de 2021, alrededor de las 11am en el lugar donde residía para ese momento.” – me relato él en uno de esos momentos de vulnerabilidad que habíamos compartido – “Mi papá había tenido una ACV la madrugada del domingo, que no daba muy buena esperanza de recuperación. Esto tenía mis ánimos bajos, estaba por tomar una ducha, así que decidí colocar una playlist de canciones que me parecían suaves, relajantes”. – pausó – “Mientras terminaba la preparación para entrar al baño recibí una llamada de la pareja de mi papá, ella era la única que se encontraba con él, así que su llamada significaba noticias. No recuerdo sus palabras exactas, pero me parece recordar que dijo que había hablado con los médicos y que ellos creían que lo mejor era desconectarlo, que unos minutos más tarde lo iban a hacer.” – continuó – “Al colgar, coloqué mi celular sobre el marco del lavamanos, y la música que se encontraba sonando desde antes, continuó. “I Will Always Love You” de Whitney Houston estaba sonando. Recuerdo claramente lo que dijo en ese momento la canción: “Así que me iré, pero sé, pensaré en ti en cada paso del camino. Y siempre te amaré”.

“Esta es una canción que siempre me ha gustado” – me dijo – “pero en ese momento, sintiendo la tristeza de perder a alguien tan importante para mí, que sonara justo cuando me decían que estaba a minutos de perderlo, la letra comenzaba a golpearme distinto.” – comenzó a cantar la letra de la canción mientras sus ojos aguantaban las lágrimas – “Memorias agridulces, eso es todo lo que llevo conmigo. Así que, adiós. No llores por favor”. – para este momento las lágrimas que aguantaba empezaron a caer por sus mejillas, yo solo podía sostener su mano y apretarla con fuerza, así él sabría que contaba conmigo – “Mi papá y yo tuvimos una relación complicada, pero en los últimos años nos habíamos vuelto más cercanos, aunque había una considerable distancia de tierra entre nosotros. Así que escuchar esa canción en ese momento, me marcó porque – levantó los hombros – siento que parte del sentimiento de pérdida, siempre busca señales de que la persona que se ha ido, de alguna forma sigue contigo y desde ese momento he querido creer que esa fue un mensaje que él mandó a través del universo”.

Su historia terminaba con él diciendo “Por distintas razones, a mi papá no lo desconectaron minutos después. Su muerte se produjo por una causa diferente unas horas más tarde. Pero la marca que dejó esa canción sigue siendo significativa sin importar como se dieron las cosas.”

Fue entonces cuando me di cuenta, la misión de mi vida no era matar a Freddie Mercury, empezando porque Freddie se encontraba muerto desde hace muchos años atrás. Tal vez la misión de mi vida había sido amarlo a él, al mismo que bailaba Dancing Queen en la disco como si la felicidad de su vida dependiera de ello. Pero me lo habían quitado. Siempre tuve la teoría de que no fue un accidente, que él no fue víctima de un ataque del azar, que todo eso fue hecho a propósito para separarnos.

Y ahora empezaba a creer, que la misión de mi vida me había sido dada hace muchos años y que me fue quitada cuando mi familia descubrió que amaba a un él en vez de a una ella.

            Algo tenía claro, mi misión nunca fue dirigir el negocio familiar como me hicieron creer. Y aunque había buscado ignorar este sentimiento por años, desde que a él lo hicieron partir, ahora podía volver a encontrarlo. Con este pensamiento en mente, tomé el arma y esperé volver a verlo otra vez.  

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