Siempre me ha gustado la noche, la luna alumbrando a las ciudades como el foco alumbra la habitación cuando lees esa historia que ha logrado atraparte hasta que la terminas; aunque la noche es un poco es más especial, a su vez tiene a las estrellas y a algunos planetas que se camuflan como ellas y que podrían asemejarse a luciérnagas en una noche en el bosque.
También fue una noche cuando te conocí ¿Lo recuerdas? Una cena especial,
aunque cuya razón no recuerdo; para mí era especial porque te vi, te conocí. No
puedo decir que esa noche la luna se encargó de iluminarte como ilumina un
paseo por la playa a altas horas, pero puedo decir que la oscuridad del cielo
era un fondo perfecto, que permitía a tu collar de perlas, ese que suavemente
adornaba tu cuello, resaltar. Tu pelo se encontraba por encima de tus hombros,
acaso, ¿era una cena con temática de los 50?, porque fácilmente podrías
retratar a la mujer perfecta en una revista de esa década. Las mangas de tu
vestido cobrizo se fijaban en tus brazos, pero definitivamente tu mejor
accesorio era la sonrisa en tu rostro. Tal vez fue tu sonrisa lo que me cautivó
y después de esa noche decidí que iba a conquistarte, como tu me habías
conquistado esa noche. Aunque ahora, en retrospectiva, quiero creer que no se me
hizo tan difícil lograrlo.
Mi afición con las noches continuó, así como mi obsesión contigo; ahora
tenía la oportunidad de mezclar ambas pasiones. Nuestras citas fueron de noche,
como cuando salíamos al cine o decidíamos encontrarnos en algún fino restaurante
para cenar; aunque, en ocasiones, podríamos ser testigos de algún atardecer.
Para mí era igual, a fin de cuentas, luego de que el sol se escondiera
podríamos ser testigos nuevamente de la oscuridad que se veía amenazada por la
luna y sus estrellas.
A este punto debo decir, o tal vez agradecer, que nunca te quejaras de que
mi amor por la noche hiciera competencia a lo que sentía por ti, quizás era
porque te sentías igual a mi con respecto a las horas que seguían después de
que sol se ocultara; no recuerdo que lo hayamos hablado alguna vez.
Tal vez nunca imaginé que la noche sería testigo de nuestra historia de
amor, que nos haría compañía como una tercera parte de esta relación, aunque,
quisiera pensar que si no me hubiese enamorado de ti, la noche sería mi fiel
compañera hasta que te hubiese encontrado.
A fin de cuentas, todo lo que he escrito hasta acá es irónico, porque fue
durante la noche que te arrebataron de mí, fue durante la noche que alguien decidió
que tu tiempo en esta vida terrenal se había acabado. Y ahora, la luna y las
estrellas son las que me hacen compañía mientras pienso en las noches que te
tuve y en la que te perdí.
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