domingo, 21 de noviembre de 2021

Cuento con base en pesadilla

 

Pesadilla:

Iba de visita a donde mi abuela, usualmente pasaba 1 mes de mis vacaciones allá. Pero cuando entro, la casa está llena de vegetación y hay arañas por todos lados. Le tengo terror a las arañas. Empiezo a llamar a mi abuela o a alguien, pero no encuentro a nadie. Entro a la sala, la cocina y hay arañas por todos lados, y ahora no consigo la salida, todo se vuelve como una selva y tengo mucho miedo.

Cuento en base a esta:

Hace 3 días que mi avión se accidentó, nos encontramos en medio de lo que parece una especie de selva. Esto es algo para lo que no estaba preparada, me dirigía a Buenos Aires para la firma de un nuevo contrato discográfico y ahora ni siquiera sé dónde estoy, asumo que en el Amazonas porque es lo único que puedo pensar similar en el área. Parte de mis compañeros de viaje murieron y la otra parte decidió quedarse junto al avión, yo decidí caminar, no pienso morir esperando cuando podría encontrar una civilización que me ayude a llegar a mi destino.

Más, debo decir, que si ha sido una penuria. He tenido mis dudas, tal vez debí haberme quedado o insistir para que me acompañaran; pero no podría aguantar más tiempo sabiendo que no hice nada para poder salvarnos, de cualquier manera, pude haber muerto allá como puedo morir por acá. Aunque, ahora, no se si puedo volver, todo parece lo mismo y no sé si recordaré el camino que tomé.

El camino ha estado lleno de vegetación, gracias a lo mismo que me dejó viva en mi desgracia, no he encontrado ningún animal extraño, tal vez entonces literalmente moriría del miedo. Especialmente si es alguna clase insecto, me aterran esos animales, preferiría conseguirme con un jaguar en vez de con una araña o un bicho extraño.

Tenía, tal vez, horas caminando, cuando vi lo que parecía una casa, algo que, honestamente, me extrañó. Una casa en el medio de ¿la nada? Era raro; de cualquier manera, decidí entrar, no iba a perder lo que parecía mi única oportunidad para poder volver a la civilización y por fin cumplir mi sueño. Era una casa extraña, no parecía haber ningún tipo de iluminación más allá del sol que ahora le daba un poco de claridad; parecía abandonada hace décadas. Seguí entrando y la casa parecía tornarse más oscura, decidí abrir la puerta para que el sol entrase, pero, no supe en qué momento la cerré y ahora parecía imposible abrirla, así que decidí seguir explorando, prácticamente no tenía opción pues debía buscar una salida.

Explorando descubrí que la casa era enorme, creo que en algún punto me perdí. La vegetación formaba también parte de la casa y el nudo en la boca de mi estomago se hacia cada vez más tenso. Decidí entrar a un cuarto que daba paso a lo que parecía un patio y entonces un animal de ocho patas caminó rápidamente junto a mí. El grito que salió de mi garganta sería digno de una película de terror, corrí de vuelta por donde venía, pero no miento cuando digo que esa casa era un laberinto y ahora me encontraba en otra habitación. Empecé a caminar a través de ella y me encontré otra araña. Parecía que habían decidido todas salir a saludarme, sin saber el temor que causaban en mí. Seguí dando vueltas por la casa y en cada habitación encontraba al menos un animal de esos.

De tantas vueltas conseguí una habitación distinta, tenía iluminación y parecía llamarme. Entré en una especie de trance hipnótico cuando empecé a dirigirme a ella, no hubo duda en mí y el temor pareció, por un momento, haberme dejado. Mis pasos eran lentos, una parte de mí sentía que debía reaccionar y buscar una salida, la otra llevaba mis pies a rastras sin saber que me esperaba. Entré y por un momento esa luz amarilla me cegó, cuando pude ver normalmente, encontré una nueva puerta, y, de una vez, me dirigí a ella. Mi mano tocó el frio picaporte y lo gire.

Mis ojos no daban crédito a lo que estaban viendo, era como que todas las arañas que me habían espantado lo hicieron con la intención de dirigirme hacia su reina, porque frente a mí se encontraba una especie de tarántula gigante; fácilmente, podía ser de mi tamaño. Me quedé congelada, sentía que, de moverme, me atacaría. Empezó a caminar hacia mí y yo daba pequeños pasos hacia atrás para huir de ella, aunque esto no servía. Lo último que supe fue que, de un momento a otro, la araña levantó sus patas, emulando a un caballo.

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