Pesadilla:
Iba de visita a donde mi abuela, usualmente pasaba 1 mes de mis vacaciones
allá. Pero cuando entro, la casa está llena de vegetación y hay arañas por
todos lados. Le tengo terror a las arañas. Empiezo a llamar a mi abuela o a alguien,
pero no encuentro a nadie. Entro a la sala, la cocina y hay arañas por todos
lados, y ahora no consigo la salida, todo se vuelve como una selva y tengo
mucho miedo.
Cuento en
base a esta:
Hace 3 días que mi avión se accidentó, nos encontramos en medio de lo que
parece una especie de selva. Esto es algo para lo que no estaba preparada, me
dirigía a Buenos Aires para la firma de un nuevo contrato discográfico y ahora
ni siquiera sé dónde estoy, asumo que en el Amazonas porque es lo único que
puedo pensar similar en el área. Parte de mis compañeros de viaje murieron y la
otra parte decidió quedarse junto al avión, yo decidí caminar, no pienso morir esperando
cuando podría encontrar una civilización que me ayude a llegar a mi destino.
Más,
debo decir, que si ha sido una penuria. He tenido mis dudas, tal vez debí haberme
quedado o insistir para que me acompañaran; pero no podría aguantar más tiempo sabiendo
que no hice nada para poder salvarnos, de cualquier manera, pude haber muerto
allá como puedo morir por acá. Aunque, ahora, no se si puedo volver, todo
parece lo mismo y no sé si recordaré el camino que tomé.
El
camino ha estado lleno de vegetación, gracias a lo mismo que me dejó viva en mi
desgracia, no he encontrado ningún animal extraño, tal vez entonces
literalmente moriría del miedo. Especialmente si es alguna clase insecto, me aterran
esos animales, preferiría conseguirme con un jaguar en vez de con una araña o un
bicho extraño.
Tenía,
tal vez, horas caminando, cuando vi lo que parecía una casa, algo que,
honestamente, me extrañó. Una casa en el medio de ¿la nada? Era raro; de
cualquier manera, decidí entrar, no iba a perder lo que parecía mi única
oportunidad para poder volver a la civilización y por fin cumplir mi sueño. Era
una casa extraña, no parecía haber ningún tipo de iluminación más allá del sol
que ahora le daba un poco de claridad; parecía abandonada hace décadas. Seguí
entrando y la casa parecía tornarse más oscura, decidí abrir la puerta para que
el sol entrase, pero, no supe en qué momento la cerré y ahora parecía imposible
abrirla, así que decidí seguir explorando, prácticamente no tenía opción pues debía
buscar una salida.
Explorando
descubrí que la casa era enorme, creo que en algún punto me perdí. La
vegetación formaba también parte de la casa y el nudo en la boca de mi estomago
se hacia cada vez más tenso. Decidí entrar a un cuarto que daba paso a lo que
parecía un patio y entonces un animal de ocho patas caminó rápidamente junto a
mí. El grito que salió de mi garganta sería digno de una película de terror,
corrí de vuelta por donde venía, pero no miento cuando digo que esa casa era un
laberinto y ahora me encontraba en otra habitación. Empecé a caminar a través
de ella y me encontré otra araña. Parecía que habían decidido todas salir a
saludarme, sin saber el temor que causaban en mí. Seguí dando vueltas por la
casa y en cada habitación encontraba al menos un animal de esos.
De
tantas vueltas conseguí una habitación distinta, tenía iluminación y parecía
llamarme. Entré en una especie de trance hipnótico cuando empecé a dirigirme a
ella, no hubo duda en mí y el temor pareció, por un momento, haberme dejado.
Mis pasos eran lentos, una parte de mí sentía que debía reaccionar y buscar una
salida, la otra llevaba mis pies a rastras sin saber que me esperaba. Entré y por
un momento esa luz amarilla me cegó, cuando pude ver normalmente, encontré una
nueva puerta, y, de una vez, me dirigí a ella. Mi mano tocó el frio picaporte y
lo gire.
Mis ojos
no daban crédito a lo que estaban viendo, era como que todas las arañas que me
habían espantado lo hicieron con la intención de dirigirme hacia su reina,
porque frente a mí se encontraba una especie de tarántula gigante; fácilmente,
podía ser de mi tamaño. Me quedé congelada, sentía que, de moverme, me atacaría.
Empezó a caminar hacia mí y yo daba pequeños pasos hacia atrás para huir de
ella, aunque esto no servía. Lo último que supe fue que, de un momento a otro,
la araña levantó sus patas, emulando a un caballo.